viernes, 2 de junio de 2017

Crítica: “Debe de ser amor”, de Rachel Gibson



Sencilla, cumple, pasas un buen rato y luego la olvidas.
Diseño: Estudio Ediciones B / Collage Comunicació
Fotografía de cubierta © Getty Images

DATOS GENERALES

Título original: It Must Be Love Fecha de publicación original en inglés: 2000Subgénero: contemporánea


SINOPSIS (de la contraportada)
  
La suerte del detective Joe Shanahan tocó fondo la mañana en que se encontró cara a cara con Gabrielle Breedlove. Acababa de dar al traste con su tapadera rociándole con un bote de laca… y ahora sus órdenes eran hacerse pasar por su novio. Pero estar tanto tiempo junto a una belleza irresistible como ésa trae complicaciones inesperadas. Y, para colmo, las incorregibles hermanas de Joe no desean otra cosa que organizarle una boda.
El oscuro encanto del detective es un imán para las miradas femeninas, pero ¿cómo puede Gabrielle sentirse atraída por un hombre que sospecha de ella y lo único que quiere es encontrar pruebas para detenerla? Aun así, no consigue evitar que sea el protagonista de sus sueños eróticos.



¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?

Sí, hombre no estaría entre las mil ni dos mil mejores, pero sí es una de esas novelas bastante agradables de leer, con su toque divertido, y que luego recuerdas que más o menos te gustó, hasta ser una de esas favorite funnies.

CRÍTICA

Con Rachel Gibson no es la primera vez que me pasa. Dos o tres de sus novelas las recuerdo perfectamente. El resto es una nube absolutamente incógnita, que sé que me gustaron o no, pero no me acuerdo nada de qué iban.

Estaba yo estresada y chuchurría y me dije: “voy a releer esta, que creo que me gustó”. La sinopsis no me sonaba de nada, ni tampoco lo que iba leyendo. Era como leerla por vez primera.

La novela en sí es sencilla y, como se ve, literalmente nada memorable, pero muy entretenida de leer.

Tenemos al policía de Boise (capital del estado de Idaho, conocido a lo que se ve por las patatas y porque hay unos cuantos suprematistas blancos), Joe Shanahan. Es de esos que estuvo encubierto, tuvo una mala experiencia, lo hirieron y ahora está en el departamento de robos.

Nada espectacular. Actualmente está investigando el robo de un Monet. Han recibido el chivatazo de que un anticuario lo tiene y es el encargado de venderlo. Este sospechoso tiene una tienda con una joven llamada Gabrielle Breedlove, así que lo que hace Joe es ponerse a seguirla, incluso cuando sale a correr.

Ella se da cuenta, lo ataca y adiós tapadera. Para continuar la investigación y poder entrar en la tienda, vigilando a Gabrielle y a su socio, Joe se hace pasar por novio de Gabrielle.

Es una de esas situaciones de intimidad forzada que da tanto juego. Además aquí son dos personas que no se caen muy bien, diametralmente opuestas en su perspectiva vital (él un tipo algo machista, ella tirando a mística New Age) y que sin embargo sienten un intenso deseo el uno por el otro, lo que a ambos les parece detestable. Esto da pie a la situación típica de tensión sexual no resuelta durante buena parte del libro.

Lo que más enfatiza es el tema de los opuestos se atraen. Joe es como digo, un gañán musculado un poco machistón. En realidad, es el niño pequeño con unas cuantas hermanas mayores que él, así que lo tienen un poquito mimado, si queréis saber mi opinión. Desde que lo hirieron, ha decidido que es el momento de buscar pareja. Sabe lo que quiere: una joven atractiva, que sea más o menos de sus mismos gustos, que cocine, lave y planche y haga todas esas labores del hogar que él, a lo que se ve, no lleva en su cromosoma Y.

Gabrielle claramente no es esa mujer. No cocina, no es maruji con las tareas de la casa porque fíjate tú tampoco vienen esas cosas impresas en el cromosoma X. Es de esas personas peculiares que hablan del karma y tiene alucinaciones visuales (ve auras), le gusta mezclar aceites esenciales y cree en la aromaterapia. Y es esa criatura mítica (sí, lo digo bien, no como los jóvenes de ahora que confunden típica con mítica) que yo no he conocido pero que está en la imaginación de tantos omnívoros: la vegetariana no practicante, o sea, que quiere no comer carne, pero no puede evitarlo porque le gusta mucho. Claro que lo que le gusta es el McDonalds, o sea que tampoco es que sea una refinada gourmet que le dé al vacuno de Kobe.

Ninguno de los dos personajes me parecieron particularmente interesantes, pero estuvo bien verlos batallar, Joe creyendo lo peor de ella, Gabrielle negándose a pensar si quiera que su socio pueda ser culpable, luchar contra su atracción, besarse apasionadamente,… para caer enamorados el uno del otro.

Así que me entretuvo bastante, la leí rapidito y a otra cosa.

Ya digo, nada memorable.

La cogeré otra vez dentro de cinco años (si todavía ando por el planeta Tierra) y seguro que será como leerla de nueva.

Valoración personal: entretenida, 3

Se la recomendaría a: los que busquen una contemporánea de humor sin esperar gran cosa.

Otras críticas de la novela:

En español, tenemos crítica en El rincón de la novela romántica, y añado un par de blogs: Pasajes románticos y En el sofá de tu casa.

Pasemos a las críticas en inglés. En All About Romance, le hicieron una crítica de B+.

Mrs. Giggles le da un 80, le gustó, le resultó muy divertida y dice que es la mezcla de varios clichés muy usados pero que se sabe que funciona: “falso compromiso + mi guardaespaldas me quiere + el policía me ama a mí, su sospechosa + el poli macho y huraño pero adorable + la heroína pizpireta, extravagante e ingenua tipo Meg Ryan = Debe de ser amor”.

Por último, breve reseña en el blog de Iris Blobel, a quien le gustó y puntuó 3/5.

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