lunes, 22 de febrero de 2016

¿Somos un problema?



Ya vimos la imagen tópica del lector de romántica y, la semana pasada, lo que resulta de las estadísticas. Obviamente, son sólo tendencias numéricas, no significa que todos seamos así. Cada lector es un mundo, y cada uno lee lo que lee por razones diversas.

Pero, a veces, parece que el lector de romántica no es tanto un enigma como un PROBLEMA.

For Love and Money (2011) es un estudio que la investigadora Laura VIVANCO realizó sobre los romances de Harlequin Mills & Boon. Cuando el blog Vulpes Libris le dedicó una crítica a For Love and Money, hubo una frase de la comentarista que suscitó un debate especial. Después de comparar desfavorablemente las novelas románticas de género actuales con las antiguas (basándose únicamente en los extractos que Vivanco puso en su libro porque claro, quien hizo la crítica no leyó harlequines actuales), añadió:


Pero está claro que ahí afuera hay un amplio público lector, satisfecho, que quiere leer novelas escritas así: eligen comprar estos libros, y ese es el problema.


Albert Anker: Una lectora de Gotthelf (1884)
El lector de romántica como “problema”. 

Del montón de respuestas que se dieron a ese post (¡no hay como atacar a la novela romántica para que rápidamente lectoras y escritoras se movilicen!) me gustó, particularmente la de un profesor de literatura estadounidense que reconoció usar el libro de Vivanco en sus clases sobre la ficción popular romántica. Y añadió:


 “Por supuesto, yo no parto de la presunción de que las novelas populares románticas sean un problema, o que la cuestión de por qué gustan a los lectores sea particularmente interesante. (Soy bastante anticuado, como crítico – ¡Me gustan las novelas, incluso las populares, mucho más que la etnografía del lector!)”.


Y es que, efectivamente, al hilo de hablar de un determinado tipo de novelas, se acaba haciendo “etnografía del lector”.

O, más bien, “psicología barata”.

Así se llega al “lector como problema”.

Sólo quien no lee romántica se pregunta por qué otros la leen. En vez de aceptar, simplemente, que a ellos no les gusta este género (algo totalmente legítimo), lo que hacen es pretender que a quien sí le gusta, tiene un problema. En concreto, que le falta algo que sublima a través de la lectura.


Siguiendo la misma lógica, los fans de las novelas de misterio con asesinato echan en falta la emoción de asesinar a la gente, y los aficionados a las novelas de espionaje echan en falta sus días al servicio de Su Majestad, y los de la ciencia ficción echan en falta su alma mater, la Universidad de Marte. Estoy cansada de que la gente asuma que sólo porque una mujer lee una novela romántica, es porque le falta algo a su vida. Es interesante que aquellos que presumen esto (y recordemos el antiguo dicho de “dime de qué presumes…”) son normalmente hombres. Linda F., contestando al Sr. Ghosh (en el artículo que cité en el primer post, “Cómo nos ven”), sí, aquel que nos recomendaba leer a Austen, por si no sabíamos quién era.


A mí todo esto me suena a machismo, ya que las críticas proceden normalmente de hombres que se creen más cultos y sabios que las mujeres. La mujer lectora (de cualquier género) ha sido vista con desconfianza desde hace siglos. Por “razones” diversas y hasta opuestas, por miedo a que A) sean demasiado tontas (y caigan en bovarismos adúlteros por confundir fantasía y realidad) o B) sean demasiado listas (se temía que, como los esclavos en las comedias grecorromanas, fuesen más listos que sus “amos”).



El trayecto que va de la lectora elegante a la independiente traza un panorama que plasma en las novelas las incertidumbres y resquemores que despiertan en los círculos letrados los nuevos roles de la mujer en las sociedades modernas. La lectura femenina solitaria y en silencio es una escena que fascina y asusta a los hombres, quienes sospechan que no debe ser nada bueno lo que tiene a las mujeres tan entretenidas.
           


No, no debe ser nada bueno lo que tiene a las mujeres tan entretenidas.
 
¿Por qué tiene que fallar algo en la psique de la mujer lectora? Un hombre puede leer literatura “escapista” o “popular” (terror, thrillers, novela negra… todo Marcial Lafuente Estefanía) o pasarse horas viendo deportes o toros tirado en el sofá y no, nadie se pregunta si algo falta en sus vidas. Pero si es una mujer la que disfruta de algo que, en la mayoría de los casos, es sólo puro entretenimiento, entonces… algo anda mal en ellas.
Camille Corot: Una mujer leyendo (1869/1870)

¿Soy la única que encuentra absurda esta idea? He aquí la irónica respuesta de la autora Bonnie Vanak al Sr. Ghosh:


Claramente falta algo en mi experiencia como una mujer de hoy. Soy escritora de superventas de romances de hombres lobo. Escribo sobre hombres lobo porque me faltan en mi vida. Sueño con hombres lobos por la noche, me estremezco de placer cuando oigo un aullido melancólico, ansío un hombre lobo al que unirme de por vida y que me lleve a los “tiempos antiguos" cuando los hombres eran hombres, los perritos calientes mucho más grandes y nosotras las mujeres, no teníamos que depilarnos las piernas, sino que podíamos presumir de nuestro secreto amor/lujuria por todas las cosas peludas y lobunas. (…) Tengo que dejar de escribir novelas románticas y contentarme con comer perritos calientes y entregar mis ingresos obtenidos como escritora a los autores masculinos que escriben sobre violencia y matar gente (pues está claro que ellos tampoco están satisfechos con este mundo).


Parte de la incomodidad masculina actual con el género puede proceder, precisamente, de su éxito. En un artículo sobre la novela juvenil, encuentro la siguiente reflexión, extensible a la novela romántica:


Las mujeres han prosperado en el género juvenil por la misma razón por la que dominan la novela romántica y la erótica, porque no se los tomaba en serio como géneros literarios. Para muchos, las novelas juveniles son “libros para niños”. Ahora que el género se ha convertido en una máquina de hacer dinero, la comunidad literaria se ve obligada a prestar atención, y se enfrentan con la incomodidad de ver a mujeres en lo alto.

            Bibliodaze, 31/12/2014, “Things We can Do Better in 2015”.


En honor a la verdad, también hay ataques a la novela romántica por parte de mujeres, que creen que socava los logros del feminismo. Pero de “Feminismo y novela romántica” ya hablé en su momento; no voy a repetirme.

No tienes por qué suponer que la gente es de una determinada manera por leer un tipo concreto de libro. Además, ¿saben realmente en qué consiste la romántica?

La verdad es que la novela romántica es muy diversa.


No todas las novelas románticas son iguales


Sí, las hay que siguen el planteamiento clásico de Cenicienta: virgen pobre pero virtuosa que consigue al príncipe azul guapo y rico gracias a su bondad y encanto (o porque acepta alegremente mantener una relación pseudo-sado-maso).

Pero también hay historias modernas protagonizadas por mujeres activas que tienen más cosas que hacer que andar bailando con el príncipe: desde emprender un negocio hasta matar zombies; es el maromo el que tiene que demostrar que se merece ser su pareja. Vamos, como una Ripley triunfans, pero acompañada de un machote en lugar de un gato malas pulgas.

Algunas se centran en temas tradicionalmente femeninos como el amor y la maternidad. Otras prefieren hablar de detener terroristas o matar vampiros. Las hay que son como una comedia romántica de Sandra Bullock o Hugh Grant: intrascendente pero amenísima.Y otras nos cuentan historias gais, pero destinadas al público femenino, desde el manga yaoi al male/male romance.

(No hay como mencionar el M/M romance para que los críticos se queden sin habla; les rompe todos sus esquemas).

No hay un solo tipo de lector, ni una sola clase de libro. Lo que sí tienen en común, en su mayor parte, es que pasan con honores el test de Bechdel. Si quieres ver a una historia sobre una mujer más o menos realista, apaga la tele y lee una novela romántica. Dice Maya RODALE, en referencia a las novelas románticas heterosexuales, claro:


“Por mucho que las novelas románticas hablen de una historia de amor, en realidad son sobre la heroína. Sus pensamientos. Sus sentimientos. Sus deseos. Sus experiencias”.


Tiene todo un capítulo dedicado al retrato que de las mujeres ofrecen las novelas románticas, que no es el que encuentras en los medios de comunicación y entretenimiento generalistas.

Aunque falta ganar en diversidad (de etnias, de grupos, de origen geográfico), la novela romántica presenta más autenticidad en su retrato de mujeres que en cualquier otro libro al uso, de otro género o incluso de ficción literaria. Si, además, buscas un tono optimista, positivo, emocionalmente reconfortante… Entonces el género se queda prácticamente solo.

Casi cinco mil años de Literatura nos contemplan. Y aunque la primera autora históricamente acreditada fue una mujer, que compuso poesía para una deidad femenina, ni siquiera la Literatura abunda en retratos realistas y positivos de heroínas. Las primeras que se nos vienen a la cabeza son las trágicas (Antígona, Eloísa –con la agravante de que esta además existió históricamente-, Isolda, Julieta, Emma Bovary, y las dos Anas, Karénina y Ozores).

Siempre ando buscando historias literarias anteriores a Austen que pasen el test de Bechdel y en las que aparezcan mujeres retratadas de manera optimista, activas, dueñas de su destino y que se ganan su final feliz (no son simplemente “el premio” del héroe). Y, ¿sabéis? No son fáciles de encontrar.

Si hay un problema, ¿no estará en otro lado?
Charles Sprague Pearce: Leyendo en la orilla (h. 1883-85)

4 comentarios:

  1. *aplaude*

    No sé qué decirte, porque me dejas sin palabras. Yo también encuentro aberrante la idea de que una mujer que lee romántica lo hace porque le falta algo en su vida. Es una idiotez que no se hace extensible a otros géneros, aunque sí se perpetúa ese estereotipo. Pienso, por ejemplo, en el capítulo de Los Simpson en el que Marge publica una novela romántica, o ayer mismo, en una serie actual iZombie, en el que una bibliotecaria a punto de publicar una novela erótica, fue asesinada. Resulta que el marido estaba en una silla de ruedas y, por tanto, ella escribía eso como vía de escape o algo así.

    Pues no, señores y señoras, no es así.

    ¡Un beso fuerte!

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    1. Me dejas de piedra con eso que me dices. Pero ahora que lo pienso, he visto personajes en series USA leyendo romántica antes, una vez una madre soltera y otra... la profesora de Zack y Cody, que soñaba con un pirata y tenía tan mala suerte en el amor que se leyó la única romántica sin final feliz. Me temo que también era una especie de chiste.

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  2. Al empezar a leer, te iba a decir que las críticas que yo más había visto venían de sectores feministas... pero a mitad de tu artículo me doy cuenta de que ya no hace falta XD ¡Qué completos son tus post! :D
    Un abrazo.

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    1. Gracias por tu comentario. En muchos casos, sobre todo las novelas que se llaman "old skool" no les falta razón en que por ejemplo se da una imagen tradicional de la mujer, pero lo que no realzan lo suficiente es que es el único género (e industria, por cierto) dominado por las mujeres, donde sus necesidades y aspiraciones están en el primer plano. Y muchas feministas occidentales además, no caen en la cuenta de lo revolucionarios y liberadores que son algo tan sencillo y trillado como los harlequines en otras sociedades donde las mujeres no gozan de igualdad de derechos. Que se defienda algo tan simple como el derecho a escoger a tu pareja es revolucionario.
      Claro que yo me adscribo a la tercera, ¿o es la cuarta? ola del feminismo: No hay un único modelo de mujer y ha de defenderse el derecho de cada una a decidir su rol como mujer, con total libertad.

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